La música cumple sueños

Con instrumentos distintos, pero unidos por el mismo sueño, la música ha tocado las vidas de Mariana y Miguel Ángel, integrantes de la Orquesta Sinfónica de Urabá. Una agrupación que comenzó como un sueño y que se ha venido materializando gracias al talento de sus 62 estudiantes. En 2022, la orquesta realizó catorce presentaciones acompañando eventos de la región y veinte encuentros de ensamble.

Esta misión de acercar la música a todas las personas de la región es la que ha motivado a la Orquesta Filarmónica de Medellín entregarles una vida llena de esperanza a niños y jóvenes del Urabá antioqueño.

Sembrar la música con amor

Mariana Ayala, tiene 14 años, es la principal de segundos violines de la orquesta. Su voz expresa amor profundo por el violín más que por cualquier otra cosa en la vida, incluso anhela en el futuro ser música profesional y quizás tocar como solista en orquestas del mundo. Pero antes de materializar su sueño sabe que debe finalizar el colegio y graduarse. Mariana dice que sus materias favoritas son artística y pecuaria y agrícola, esta última porque ha tenido la oportunidad de sembrar plátano y banano, y explorar los tipos de ganado, que son herramientas necesarias para la vida y el trabajo en el campo.

La estudiante intercala sus clases del colegio con los ensayos de música, porque ambos son importantes en su vida, dice ella; practica su instrumento una hora diaria, con la misma disciplina con la que canta con frecuencia en la iglesia de su barrio. “Me gusta como suena el violín, me transmite tranquilidad. Con él puedo expresar sentimientos como cariño, amor, incluso la tristeza. Cuando he tenido la oportunidad de ser solista me dan muchos nervios, pero me hace feliz saber que el público puede sentir y escuchar la vida a través de mi instrumento”. Aunque le gusta ojear libros , prefiere leer sus partituras y es que su amor por la música llegó a los 8 años de edad, cuando un profesor visitó su colegio e invitó a varios estudiantes a tomar clases musicales gratis. “Allí aprendí flauta dulce, xilófono, metalófono e incluso pentagrama. También tuve la oportunidad de practicar corno francés y trompeta, pero toda mi atención y el corazón estaban en el violín”.

Mariana nacida en Chigorodó, fue acogida por la música desde antes de nacer porque Mercedes, su madre, la estimulaba con canciones románticas y clásicos universales.

Chigorodó, localizado en la subregión de Urabá, significa “Río de Guaduas” en lengua katía. Es un municipio caluroso, pero con grandes ríos frescos. A su lado se levanta la Serranía de Abibe, gran reserva hídrica de la subregión urabaense.

Un instrumento que brilla como el sol

“Si me preguntan cuál es mi juguete favorito, diré que la trompeta, porque con ella me divierto, descubro, toco y ensayo siempre”. Miguel Ángel Rengifo

La primera trompeta de la Orquesta Sinfónica de Urabá la lidera Miguel Ángel Rengifo de 14 años de edad; su vida en la música comenzó en 2019 con la percusión porque al principio no había instrumentos de viento metal; y es que esa familia de instrumentos le encanta por su fuerza y sonoridad e incluso porque dentro de la orquesta brilla como el sol, dice él, “si mi instrumento fuera un personaje sería alguien fuerte, elegante, hermoso, pero muy bulloso”. También le gustan mucho los pistones del instrumento porque se adaptan fácilmente a sus dedos.

Se considera un joven con mucha disciplina y sabe que debe practicar los diversos métodos de la trompeta por lo menos cuarentaicinco minutos cada día. “La música es un proyecto de vida. Desde pequeño me identifico con ella, recuerdo que en las fiestas familiares todos bailábamos al ritmo de la salsa y el merengue, y cantábamos rancheras”, expresa el trompetista.

Miguel, que nació en Apartadó, quiere ser músico profesional, pero también profesor de trompeta porque sueña que muchos jóvenes hagan de la música un propósito de vida. Actualmente cursa noveno grado y ama el español, sobre todo cuando practica ortografía y caligrafía, incluso recientemente encontró otra pasión: la lectura. Y aunque no le gustan los números , dice que su libro preferido es Malditas matemáticas de Carlo Frabetti. “…me gusta porque me explican los conceptos matemáticos de una forma más fácil, y, por otro lado, me parece una historia divertida en la que Alicia llega a un mundo de maravillas que le muestra la belleza de los números”.

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